miércoles, 1 de agosto de 2007

Extrapolación hoy: condicionamientos sociales

Extrapolación de frases en pos del mundo
Cinco puntos de vista sobre un tema, cinco autores. Cinco sentidos.

Por N. von Karg

Tema hoy: Condicionamientos sociales


UNO: Acción: Comenzar a ver los condicionamientos múltiples desde Aldous Huxley y su Mundo Feliz (A brave new world, 1932). Un párrafo de la obra es un pequeño dicho de un superior del establecimiento total, la fábrica: “ –Y éste –intervino el director sentenciosamente–, éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su inevitable destino social.” En este pequeño y conciso pasaje, Huxley –otrora consumista diverso– nos hace testigos de la génesis del hombre como sujeto de consumo. El mundo fue alterado desde y hasta el consumo; la inducción al placer es total; la organización, infinita. Una reflexión y un texto de hace más de setenta años. Un libro nada antiguo. (Aldous Huxley, Un Mundo Feliz, Ed. De Bolsillo, Barcelona, España, 2004 (1932))

DOS: Nos adentramos en la retórica. ¿Qué se entiende por social? Condicionamiento–retórica–cárcel. ¿Libertad? ¿Sintaxis errática? Baja Nietzche, Friedrich desde el Crepúsculo de los Idolos (1889). Y escribe: “ La libertad significa que los instintos viriles, los instintos que disfrutan con la guerra y la victoria, dominen a otros instintos, por ejemplo, a los de la felicidad. El hombre que ha llegado a ser libre, y mucho más el espíritu que ha llegado a ser libre, pisotea la despreciable especie de bienestar con que sueñan los tenderos, los cristianos, las vacas, las mujeres, los ingleses y demás demócratas.” Ahora sabemos que las vacas son demócratas. Pero sin voz ni voto, claro. Como, otrora, mujeres Nietzscheanas. No se pueden pedir seis renglones de puro Nietzsche, de puro cero Nóbel de la Paz, que no sean éstos. La voluntad de poder, el desprecio de las formas menores, la supeditación de Apolíneo ante Dionisio, todo esto, signo de una época y nefasto e incitante, está, para bien y para mal –y, aún, más allá de estos– en estos renglones. El humano, aquí, aplastado por las leyes, el Estado, la moral, la religión y lo suprasensible, demasiado humano. (Fredrich Nietzsche, El Crepúsculo de los Idolos, Alianza Editorial, pág. 71.)


TRES: Pero, abrid los ojos: no sólo el mercado y el estado condicionan al ontológico ser inmerso en la sociedad sino que hay, ¡A de Foucault!, también múltiples fuerzas sociales. Nosotros, vosotros, ellos. Inducción, complicidad, neurosis. El hombre, el manifestante político, el hincha espectador activo/pasivo, se someten, también, al alma colectiva. José Ramos-Mejía y su Biología de la Multitud, de 1899. Cita número tres: “El alma colectiva presenta caracteres netos y precisos. La colectividad se convierte en una multitud psicológica, formando un sólo ser sujeto a la ya conocida ley de la unidad mental de las muchedumbres. Cualesquiera que sean los individuos que la componen adquieren esa alma colectiva que los hace pensar, sentir y obrar de manera diferente de la que pensarían y obrarían aisladamente. (...) Hay una verdadera acomodación psíquica, lo que explica la distinta situación moral del individuo después que ha salido del encantamiento del contagio y de la sugestión que experimentaba dentro de esa prisión moral." (Ramos Mejía, José María: “Biología de la multitud”. En Las multitudes argentinas, Buenos Aires, La cultura popular, 1964 (1899))

CUATRO: ¿Libertad social? ¿Opresión? Sigamos, entonces, al pre beatnik y post Dostoyevski Henry Miller que, desde su Trópico de Cáncer (1934), enuncia, concibe y entiende al hombre que se desata –traumáticamente– de las ataduras : “Si hubiera un hombre que se atreviese a decir todo lo que pensaba de este mundo, no le quedaría ni un metro cuadrado de suelo en que plantar los pies. Cuando aparece un hombre, el mundo cae sobre él y le rompe la espalda. Siempre quedan en pie demasiados pilares podridos, demasiada humanidad infecta como para que el hombre florezca. La superestructura es una mentira y el fundamento un inmenso miedo trémulo. Si a intervalos de siglos aparece efectivamente un hombre con expresión desesperada y ávida en los ojos, un hombre que pondría al mundo patas arriba para crear una nueva raza, el amor que trae al mundo se convierte en cólera y él se vuelve un azote. Si de vez en cuando encontramos páginas que explotan, páginas que hieren y estigmatizan, que arrancan gemidos y lágrimas y maldiciones, sabed que proceden de un hombre arrinconado, un hombre al que las únicas defensas que le quedan son sus palabras y sus palabras son siempre más resistentes que el peso yacente y aplastante del mundo, más resistentes que todos los potros y ruedas de tormento que los cobardes inventan para machacar el milagro de la personalidad. Si algún hombre se atreviera alguna vez a expresar todo lo que lleva en el corazón, a consignar lo que es realmente su experiencia, lo que es verdaderamente su verdad, creo que entonces el mundo se haría añicos, que volaría en pedazos, y ningún dios, ningún accidente, ninguna voluntad podría volver a juntar los trozos, los átomos, los elementos indestructibles que han intervenido en la construcción del mundo.” Hombres condicionados por símbolos y ellos mismos, condicionando mediante símbolos. La serpiente simbólica se muerde la cola, una y otra, y otra vez. (Henry Miller, Trópico de Cáncer, Ed Bruguera, Barcelona, España, 1981 (1934), pág. 272)

CINCO: Y la razón y la verdad, ambas, llegan por fin: Theodor Adorno nos habla de la razón dominante, que “acota el arte como reserva de irracionalidad, identifica el conocimiento con la ciencia organizada y elimina por impuro lo que no se somete a este análisis.” Tenemos entonces la macroestructura política/económica, la religión y su sistema de moral en caída (o su sistema de caída de moral), las fuerzas sociales, las costumbres, la ley, las instituciones, la cultura, las cárceles, los manicomios y, por último, la libertad. Pero no seamos pesimistas y vayámonos con Sartre diciendo que “el hombre está condenado a la libertad”. Y, ahora sí, cerremos la puerta. (Adorno, Theodor, "El ensayo como forma", en Notas de literatura (1954), trad. de Manuel Sacristán, Barcelona, Ariel, 1962.)







Extrapolación hoy: el amor total

Extrapolación de frases pos del mundo

Cinco puntos de vista sobre un tema, cinco autores. Cinco sentidos.
Por N. von Karg

Tema hoy: El amor total



UNO: Nos adentramos en las visiones del amor desde dentro y fuera de la persona. Salvador Dalí escribe el 27 de mayo de 1953: “Primero: Gala y Dalí. Segundo: Dalí. Terceros: Todos los demás, incluidos, desde luego, una vez más, nosotros dos.” Dalí distingue ahí el amor a la pareja como objeto del amor a la pareja como sujeto. El dos como más que la suma. Y una pirámide que rectifica al Otro en cuanto sujeto existente. (Salvador Dalí, Diario de un genio, Tusquets Editores, S.A., Barcelona, 2005, págs 128/129)

DOS: Lucha cultura-instinto, adquirido-innato y qué es amor en dos citas. Primero el surrealista Jules Rivet y el siguiente texto: “Si el hombre viviera normalmente, es decir en estado salvaje, sólo existiría la época de celo. La época de celo es armoniosa. Pero llegaron los poetas, los pintores, las gentes de mundo, los escultores, los tocadores de guitarra –toda la banda de enmierdadores– e inventaron esa cosa perfectamente ridícula: el Amor. Ridícula en todas sus manifestaciones, comprendidas las más corrientes: el madrigal y el balazo.” En este caso, el amor es un artificio que justifica la creación de la familia, el comercio y la cultura. Un sentimiento adquirido.
Punto de vista lateral el de Joe Bousquets, quien, parece, expresó: “Acaso el amor sea todo lo que queda en nosotros de la infancia.” Ambas citas se mueven en la contraposición instinto vs. hábitos adquiridos. En esta última cita, el amor es un reflejo psicológico, acaso búsqueda del amor maternal, del estado primitivo. Un artificio (el nombre) que esconde una realidad pasiva. (Actas Surrealistas, Ed. Quaranta, Bs. As., 2004, págs. 83/85)

TRES: Proust. En el comienzo del siglo XX, un convaleciente Marcel Proust repasa, escribe, enviste de sentido e inventa su existencia, su pasado, su vida, en una serie de libros. El primer volumen (Por la parte de Swann, 1913) trata del amor en su expresión de dominio y posesión y sus consecuentes tragedias y tiempos mentales. En el segundo se trata el tema del amor como fuerza interna que toma cuerpo en terceros (personas y cosas). Se pregunta Proust: “Porque conocemos nosotros el carácter de las personas que nos son indiferentes; pero, ¿cómo nos va a ser posible comprender el carácter de un ser que se confunde con nuestra vida, y que ya no llegamos a separar de nosotros y sobre cuyos móviles hacemos constantemente ansiosas hipótesis, perpetuamente retocadas?” Proust, homosexual en tiempos de homofobia legal, reemplaza en libros –canaliza– amor de hombre a mujer. Sigue –y con esta reserva– su idea del amor como voluntad y representación propia en el objeto externo. Dice: “Y cada vez que penetran en nuestro ánimo las imágenes de mujeres tan distintas ya no tenemos punto de reposo, a no ser que convirtamos a esas mujeres extrañas en algo parecido a nosotros mismos, porque nuestra alma tiene en estas cosas la misma facultad de reacción y actividad que el organismo físico, el cual no puede tolerar la intromisión en su seno de un cuerpo extraño sin intentar inmediatamente la digestión y asimilación del intruso.” Amor como asimilación, voluntad, reflejo y búsqueda. Visión cercana al artificio antedicho. Y recordar a Baudelaire, que dijo que el amor es el deseo del ser humano de salir de sí mismo. (Marcel Proust, En Busca del Tiempo Perdido Vol. 2, A la Sombra de las Muchachas en flor, C.S. Ediciones, Bs. As., 2006, págs. 406/322 (Paris, 1919) )

CUATRO: Muchos amores y una frase.
Los amores: El amor como un pasado que, utópico, vuelve pero no (Rayuela, de Cortazar y/o Desayuno en Tiffany´s, de Capote); el amor como medio de salvación (Crimen y Castigo, de Dostoyevski y/o La Divina Comedia, de Alighieri); la pérdida del mundo por el exceso de amor propio (El Retrato de Dorian Gray, de Wilde y/o El Almuerzo Desnudo, de Burroughs); y la pérdida de la vida por amor (Lo que me costó el amor de Laura, de Dolina y/o Romeo y Julieta, de Shakespeare).
Y, finalmente, la frase: “No es que el amor sea una boludez: es que le dedicaron demasiadas canciones” (Diego Capusotto).



CINCO: Luego de los recuerdos culturales antedichos, comienza internet a explicar el proceso. Wikipedia nos dice: “El amor es considerado como un conjunto de comportamientos y actitudes, incondicionales y desinteresadas, que se manifiestan entre seres capaces de desarrollar inteligencia emocional o emocionalidad. El amor no sólo está circunscrito al género humano sino también a todos aquellos seres que puedan desarrollar nexos emocionales con otros, por ejemplo, delfines, perros, caballos, etc.” Bueno, entonces, las visiones culturalistas del “sentimiento” no serían tales. O no totales, absolutas. Luego, internet nos muestra millones de citas de personas que explican qué es el amor (pecado, parece, de todos). “El amor es...” es el comienzo de cada una. Y luego desarrollos heterogéneos, contradictorios, inevitablemente subjetivos. Balzac, Lope de Vega, Neruda, todos tienen la visión absoluta. Que, inefable, se oculta detrás de la inexistente realidad.